Dos son los motivos que suelen llevar a iniciar un plan de alimentación, la salud o la estética. Pero hay un tercero que probablemente resulte más motivante y quizás no hayas caído en la cuenta, comer bien te hace más feliz.
Muchos de los emails que recibo comienzan haciendo referencia a la ansiedad. Aunque los casos son diversos, en general coincidís que os cuesta dominar el impulso por comer. Esto no solo provoca un aumento de peso y de grasa, también alteraciones emocionales, apatía, sentimiento de culpa, tristeza, falta de energía o baja autoestima.
Hay una relación estrecha entre alimentación y estado emocional. Seguro que has notado que tus preferencias alimenticias cambian dependiendo de cómo te encuentras. De la misma manera lo que comes también afecta a cómo te sientes.
Necesitamos comer para vivir, es un acto que hacemos todos los días varias veces. No es posible escapar a la relación con la comida, así que conviene cuidarla y construir alrededor del acto de comer una serie de rutinas que te ayuden a llevar una alimentación más consciente. Gran parte de lo que somos se lo debemos a lo que comemos. Diría que tener una buena relación con la comida se convierte en uno de los pilares de la felicidad.
La alimentación trasciende lo puramente nutricional.
"Si te portas bien te compraré unas chuches." Recompensar o castigar con comida es algo demasiado habitual, incluso desde niños. Intentar satisfacer carencias emocionales con comida es algo infructuoso y dañino. A veces, tras ese efímero momento de placer aparece el sentimiento de culpa. Comer compulsivamente y después sentirte mal puede desencadenar en trastornos alimenticios graves.
Un plan de alimentación se refleja en un menú. Sin embargo, el menú es la parte visual de un trabajo que encierra mucho más. Mi método lo desarrollo en base a requerimientos nutricionales, energéticos y por supuesto teniendo en cuenta intolerancias y alergias. Digamos que el plan de comidas toma forma con variedad de alimentos y elaboraciones que resultan apetecibles y sencillas sin restringir ningún grupo alimenticio. De hecho en las planificaciones aparecen alimentos de todo tipo, incluso aquellos que muchas "dietas" tienden a apartar como el chocolate, el pan, el queso... Se trata de experimentar a través de un plan de alimentación que puedes lograr tu objetivo disfrutando, sin ansiedad y sin sentimiento de culpa. El fin último es adoptar con la práctica unas buenas rutinas que puedas mantener en el tiempo.
Cuando comienzas a cuidar la alimentación los primeros resultados se evidencian en las sensaciones, más allá del peso, lo que la mayoría explica es que en los primeros días de plan se sienten más enérgicos y vitales, con menos presión abdominal y muy motivados.
Vamos a ver qué cambios aplicar en tu alimentación para así llevar una alimentación más consciente, sin ansiedad ni sentimiento de culpa.
CÓMO EVITAR BROTE DE ANSIEDAD
Establece rutinas. Actividades diarias que te mantengan activo y ocupado.
Horarios de comidas. Para una alimentación más consciente y para mantener la glucosa estable es conveniente seguir un patrón de comidas. Comer cada 3 horas aproximadamente te hará menos vulnerable a los brotes de ansiedad.
Diseña y planifica tus menús. La improvisación solo contribuye a la comida . Planificar tus comidas favorece que tu alimentación sea más consciente.
Come libre de distracciones. El cerebro necesita registrar lo que estás comiendo. Come sentado y despacio, sin pantallas que distraigan tu atención y visualiza aquello que te vas a comer.
Detecta los alimentos que disparan tu apetito. Los alimentos ricos en azúcar producen un pico de insulina que desencadena en "hambre" repentina.
Duerme lo suficiente. Durante las horas de descanso tienen lugar reacciones químicas que afectan al equilibrio hormonal que regula el hambre, la saciedad y la gestión de la energía (predisposición a acumular o quemar grasa).
Haz ejercicio. Durante la actividad física se libera adrenalina y se inhibe la producción de grelina (la hormona del apetito). Esta situación hace que desaparezca la sensación de hambre.
Cambia el foco de atención. Para no terminar comiendo por aburrimiento lo mejor que puedes hacer en respirar hondo y ponerte a hacer algo que te mantenga entretenido.
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